EN BUSCA DE UN EMBALAJE SOSTENIBLE: LAS MIL MANERAS DE SUSTITUIR EL PLÁSTICO

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La sostenibilidad, como valor corporativo, demanda del mercado y exigencia de preservar los recursos del planeta, se ha convertido en un tema de tendencia para las empresas de todos los sectores, comprometidas con la búsqueda de soluciones innovadoras. El sector de la alimentación y las bebidas no es una excepción y presenta una serie de propuestas destinadas a reducir el plástico.serie de propuestas destinadas a minimizar el plástico. 

A cargo de
Elisa Crotti

La sostenibilidad como filosofía de trabajo abarca también el mundo de los embalajes, donde el gran reto es la sustitución de los plásticos, que tienen características y propiedades difíciles de encontrar en otros materiales. Para ello, los laboratorios de investigación de las mayores empresas internacionales proponen y desarrollan soluciones innovadoras, casi pioneras, presentadas en la Anuga FoodTec 2022 de Colonia. 

Debido a la fuerte presión del mercado y, por lo tanto, de los consumidores, la industria alimentaria y las bebidas se está orientando, en la elección del embalaje, hacia materias primas renovables y materiales reciclables, llegando incluso a sustituir los envases convencionales por propuestas más contemporáneas.

Muchos productores están estudiando detenidamente la forma de sustituir el plástico, orientándose hacia las fibras renovables o los materiales alternativos. Por supuesto, no existe una solución sola; al contrario, cada propuesta debe adaptarse según la lógica de un “contenedor para cada contenido”. Ahora más que nunca vale la regla de la personalización. 

Siempre que sea posible, las películas compuestas o las bandejas de plástico se sustituyen por mono películas o cartón. Esto requiere máquinas modulares de nuevo desarrollo, que utilicen robótica inteligente y automatización para procesar tanto los envases tradicionales como los nuevos embalajes sostenibles. 

Algunas soluciones ya están en el mercado, y hay empresas que, haciendo gala de una gran flexibilidad, han sido capaces de ofrecer propuestas vanguardistas, por ejemplo en el sector de las bebidas carbonatadas y la cerveza, donde las alternativas a los films o anillos de plástico son de cartón y se procesan sin ralentizar la productividad ni bajar el rendimiento. O, incluso, se piense en los flowpacker capaces de procesar tanto film compuestos convencionales, utilizando el sellado en caliente-frío, como los mono film reciclables o de papel.

En este caso, los mayores retos están relacionados con el mantenimiento del nivel de eficacia de las máquinas, ya que el procesamiento de las películas de papel es, sin duda alguna, mucho más complejo: el papel se rompe y se dobla más fácilmente, es más rígido y requiere precauciones especiales para ser procesado sin interrupción. Además, es abrasiva, por lo que puede dañar potencialmente las partes mecánicas de la máquina con el tiempo.

Por ello, el flowpacker de nueva generación debe tener en cuenta estas cuestiones críticas, quizás proporcionando superficies más resistentes o recubiertas. 

Otro aspecto de gran importancia se refiere al contacto con los alimentos: cuanto más complejos y perecederos son los alimentos procesados, más difícil es encontrar alternativas al plástico, que también hay que buscar en el ámbito de los materiales bioactivos. Una estrategia en este caso es recubrir el papel utilizado para el envasado de productos con ceras y proteínas naturales y seguras, y aditivos de base biológica.

Los resultados son interesantes: por un lado, las proteínas actúan como barrera contra el oxígeno, mientras que las ceras actúan como barrera de vapor, lo que no permite a los alimentos, como la fruta, de secarse. Por otro lado, los aditivos de base biológica tienen una acción antioxidante y antimicrobiana, mejorando la conservación y la vida útil de los alimentos. Todo ello sin afectar a la convertibilidad del papel y, por tanto, a su reciclaje. 

Dado que la sostenibilidad se basa en las 3Rs: reducir, reutilizar y reciclar, un nudo crítico también se refiere a la reducción del consumo. Las propuestas se orientan a la reducción de la cantidad de plástico en los casos en los que no se puede sustituir. Aquí también, los pasos en adelante son de gigante: gracias a las estructuras innovadoras, se utiliza entre un 15 y un 40% menos de plástico en los contenedores destinados a tomates, bayas y frutas de hueso. Tras ser utilizados, los contenedores pueden devolverse y transformarse en materias primas para nuevos usos. 

La lógica es la de la economía circular, hacia la que nos dirigimos cada vez más: economía circular es un término genérico que define una economía pensada para poderse regenerar. Se trata de un sistema económico planificado para reutilizar los materiales en ciclos de producción posteriores, reduciendo al mínimo los residuos. Se trata, de hecho, de uno de los conceptos clave de la sostenibilidad. 

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